Un solitario gol, feo y casi de rebote, de Vinicius sacó al Real Madrid de la fase cero ante el Valladolid. A los de Zidane se les vieron otra vez las costuras, como en los dos partidos anteriores de Liga. Un campeón que no tiene gol, que no tiene una superestrella y cuyo mejor futbolista es el portero. Courtois volvió a ser decisivo para que los blancos salvaran tres puntos en otro partido que el madridismo tardará cinco minutos en olvidar.
Hubiera sido sorprendente que Zidane no sorprendiera con una alineación sorpresa. Como dice el jefe Inda, una zidanada. Otros lo llaman rotación, pero con Zizou cada alineación es un roscón de Reyes: siempre lleva una sorpresita dentro. Frente al Valladolid, a falta de Hazard (que va más al médico que un jubilado aburrido), el técnico sorprendió con cambios en ambos laterales –entraron Odriozola y Marcelo–, además de meter a Valverde por el lesionado Kroos, a Isco por Odegaard y repetir con Jovic como pareja de Benzema. Ni rastro de Vinicius, esa promesa que va camino de convertirse en un juguete roto.
Salió el Real Madrid con un fútbol que parecía una canción de Maluma: facilón y con ritmo. Respondió el Valladolid con el descaro de un adolescente respondón. Nadie se hacía con los mandos del partido en los minutos iniciales. Diez minutos tardó Jovic en conectarse al partido, encontrar en una buena pared a Marcelo, que tiró contra un rival en el área, el rechace le cayó a Valverde y su media volea la rechazó con una notable mano Roberto.
Pasaron seis minutos y el Real Madrid volvió a asomarse al área pucelana. Una contra que Isco aceleró con apuros, filtró un buen pase a Valverde que cabalgó y dio el pase de la muerte a Jovic. El serbio llegaba para hacer el 0-1, pero echó el trasero atrás y la pelota arriba. No les diré nada de lo de la falta de gol y el Real Madrid, porque se lo saben ustedes de memoria.
Pasecito a pasecito el campeón puso al Valladolid contra las cuerdas. Los de Sergio se acularon en su propio área y el Real Madrid les confinó en su campo. Alguna contra sí cogían los pucelanos, que eran abortadas con oficio por la pareja Varane-Ramos.
Jovic chupa cámara
En el 35 volvió a aparecer en el área Jovic para rematar con el exterior (y mal) una suerte de volea que se estrelló contra el lateral de la red. Con esa ocasión nos fuimos al descanso con un Zidane que encaraba en túnel de vestuario cabizbajo y preocupado. No era para menos. El Real Madrid no había estado ni bien ni mal sino todo lo contrario.
En la reanudación volvieron a aparecer los dos protagonistas del primer tiempo: Jovic y Roberto. El delantero cabeceó bien un córner en el 48 y el portero voló para sacar otra buena mano. El rechace lo estrelló Casemiro contra el travesaño.
También apareció en el 54 Courtois para demostrar que, a día de hoy, es uno de los mejores jugadores del Real Madrid, si no el mejor. Fue una contra en la que el Valladolid habilitó camino para Weissmann. El israelí hizo un gran movimiento y se sacó un disparo seco y abajo que abortó el grandioso portero del Madrid con una mano salvadora.
No es un fake: gol de Vinicius
Entonces Zidane hizo tres cambios de una tacada: fuera Odriozola, Isco y Jovic, dentro Carvajal, Asensio y Vinicius. El Real Madrid volvía al 4-3-3 como último recurso a la pertinaz falta de gol del equipo. Que se acabó al filo del 65 en una jugada fea y embarullada. La pelota le peleó con insistencia Vinicius y varios jugadores del Valladolid se hicieron un lío con ella. El balón, que parecía un conejo suelto en un sembrao, acabó en los pies de Vinicius, que controló mal pero remató bien. Un gol feo, eficaz y dañino como un inspector de Hacienda.
En el 68 de nuevo apareció Courtois para meter otra pedazo de mano que abortó el 1-1. Weissmann volvió a ser protagonista y se topó otra vez con el maravilloso portero del Real Madrid. El partido de repente se tornó en correcalles, lo que peor les venía a los de Zidane. Roberto y Courtois se repartían los planos de televisión. El Valladolid seguía vivo.
Y lo estuvo hasta el final porque el Real Madrid perdonó alguna que otra ocasión. Pero los minutos y el esfuerzo pasaron factura a los pucelanos, que acabaron ahogados en la orilla y con una derrota honrosa ante un campeón al que, y van tres de tres, se le volvieron a ver las costuras. Les falta gol, les falta una estrella y su mejor futbolista es… el portero.